



La vida de Summer se hizo pedazos cuando sólo tenía cinco años. Sobrevivió al infierno, pero nadie le enseñó a vivir. Hasta que llegó a la Universidad, conoció a un chico con los ojos color turquesa y vio su mundo en ellos. Logan sabe, en cuanto conoce a Summer, que está destrozada como él. Y, entre la música de los sesenta, charlas de madrugada, paseos en moto, nubes de golosina y tatuajes que cuentan la historia de una vida, se convierten en el pegamento de los añicos del otro. Hasta que el pasado es más fuerte que ellos. Sus vidas saltan por los aires. Y vuelven a estar rotos.