Puerto Deseado, Patagonia Argentina, 1991. Raúl Ibáñez necesita dos trabajos para llegar a fin de mes. Cuando apaga el despertador para ir al primero de ellos, sabe que algo va mal. Su pequeño pueblo ha amanecido cubierto por la ceniza de un volcán y Graciela, su mujer, no está en casa.
Todo parece indicar que Graciela se ha ido por voluntad propia... hasta que recibe la llamada de los secuestradores. Las instrucciones son claras: si quiere volver a verla, tiene que devolver el millón y medio de dolares que robó.
El problema es que Raúl no robó nada.